Cafeina. Parte II

Imaginaba que tarde o temprano tus miradas nuevamente treparían por mi silueta descuidada... que en cualquier momento al abrir mis ojos aparecerías indiferente, pero esta vez con disgusto y extrañeza.. después de todo, estabas acostumbrada a mis diversos comportamientos, pero nunca habías presenciado un momento tan íntimamente incomodo...

Decidí no posar mi vista en ti, y deje que tu misma fueras la que tocara alguna parte de mi cuerpo para regresarme a aquel lugar oloroso a café, cigarro y limpiador de baño.
-Hey. Hey. Estas?- Escuchaba mientras daba el segundo sorbo a la taza. El liquido que tiempo antes quemaba, ya no producía ningún cambio de temperatura en mi. Ahora solo vivía el sabor desgarrador que aplastaba e inundaba mis inseguridades surgidas en los últimos cinco minutos. El vapor empañaba toda aquella sensación de miedo que trataba fervientemente de nacer de entre mis entrañas... de entre los recovecos solitarios, esos deseosos de observar de cerca tus labios inalcanzables... tus cabellos cada vez mas enajenables.

De pronto una instantánea ráfaga de viento hizo despertarme de aquellos laberintos mentales. Abrí mis ojos. A donde te habías ido?. Gire mi cabeza hacia la entrada del lugar. Y ahí estabas. Detenida de espaldas, con esa luz amarillenta sobre tus hombros y el reloj encima de tu cabeza. Podía sentir tu respiración amotinada, tu necesidad de salir corriendo.
Sin embargo ahí permanecías. Esperando a que yo te detuviera...
Lo sabia.

El reloj prontamente se detuvo.
Once de la noche con cincuenta y seis minutos y trece segundos.
Trece segundos.
Trece segundos.
Trece.

No hizo falta que pronunciara palabra alguna. Trece segundos y tu diste la vuelta. Tu mirada llena de sadismo y desfachatez, se había convertido en una mescolanza de pánico y desesperación. Tu vista se perdía entre el humo, las descargas de sonido y aquellas lagrimas...

Volteaste completamente tu escultural cuerpo.
El reloj... trece segundos.

Vire mi cabeza hacia las manecillas. El tiempo nos había detenido justamente ahí.
La historia se repetía.

El reloj inmóvil. Tu cuerpo apabullado. Mi vista perdida. Ningún movimiento. Manecillas.

Nada.

Repentinamente la taza olvidada caía sobre mis muslos delgados.
Tu llanto, mi cuerpo sin respuesta y el reloj atorado entre las once cincuenta y seis y las once cincuenta y siete de la noche me decían que algo no estaba bien ahí.
Un parpadeo. La borrasca de sonido comenzó a abrumarme.
Y aquella taza, ya no era mas que un objeto olvidado. La cafeína era ahora parte de mi cuerpo, de la incomprensión, del miedo repentino.

Formaba ya, mi muslo izquierdo...

(To be continued)

Bot.Ognion

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Saludos para ti también, no sabía que tuvieras un blog. Gracias por el link...
Luna ha dicho que…
Dentro del camino que llevo en el mundo de las palabras, no encuentro que ninguna de ellas cumpla con mi capricho de definir por completo mis sentires, refiriéndome a tus anécdotas (creo que todo escrito tiene su lado de realidad experimentada y conjugada después en palabras dando como resultado el nacimiento de éste), si lo lograse, con una gran admiración.

¡Que momento!

Con todo ese detalle no puedo más que expresar un "¿qué seguirá?" Lo espero con ansias.

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